El Instituto de Biomecánica (IBV) está recibiendo múltiples consultas de consumidores sobre un tipo de calzado que se caracteriza por ser de suela muy fina, flexible, con “drop” cero y puntera muy amplia.
“Decir, o certificar, que un calzado es barefoot es como certificar que un calzado es una “Merceditas” porque es un zapato con tacón bajo, cerrado y con una tira con hebilla que se abrocha a través del empeine. Se está certificando un estilo de calzado, pero no si el diseño ergonómico del mismo es correcto o incorrecto y, mucho menos, si es respetuoso o no con el pie o su desarrollo”, declaran fuentes del IBV.
Sin embargo, el hecho de que el concepto haya marcado una tendencia de moda ha provocado que surjan muchas empresas que están poniendo en el mercado un calzado de muy poca calidad y ergonómicamente inadecuado; y, de la misma forma, han surgido multitud de empresas dispuestas a “certificar” que un calzado es «barefoot». “En realidad, cualquiera puede acreditar unas características tan básicas. Resulta tan obvio como acreditar que unas Merceditas son unas Merceditas”, subrayan.
¿Es ergonómico un calzado «barefoot»?
Ahí es donde radica el quid de la cuestión y dónde el IBV ha detectado que esos «certificados» pueden causar confusión al consumidor, ya que caracterizar un calzado como «barefoot» en realidad no dice nada sobre su calidad y sobre su ergonomía.
Así, por ejemplo, el calzado barefoot se caracteriza por una puntera muy ancha que en teoría respeta la forma del pie, pero muchas de esas punteras no tienen en cuenta la altura de los dedos y son excesivamente bajas, pudiendo causar problemas en los dedos y en las uñas.
el hecho de que el concepto haya marcado una tendencia de moda ha provocado que surjan muchas empresas que están poniendo en el mercado un calzado de muy poca calidad y ergonómicamente inadecuado
Otro ejemplo, es que muchos de estos productos barefoot emplean materiales sintéticos poco transpirables, sin tener en consideración la importancia de mantener unas condiciones de temperatura y humedad adecuadas en el interior del calzado para asegurar el confort térmico del usuario.
“En el IBV recibimos un gran número de consultas, desde deportistas a padres preocupados, sobre si el calzado barefoot es mejor o peor que otro calzado. La respuesta es sencilla. Depende de la actividad que se vaya a realizar y de las características del modelo en concreto”, declaran fuentes del centro.
En consecuencia, el Instituto de Biomecánica recomienda al consumidor que no se deje llevar solo por las tendencias e, independientemente de que adquiera un producto «barefoot» o de cualquier otro estilo, compruebe la calidad y la ergonomía del calzado.