La Comisión Europea ha celebrado la puesta en marcha de la edición 2020 del Concurso Europeo de Innovación Social con un evento especial en Valencia. Bajo el lema “Reinventa la moda: nuevos hábitos para una moda sostenible”, el concurso de este año busca proyectos en su fase inicial que cambien nuestra forma de producir, comprar, utilizar y reciclar productos del mundo de la moda, y que fomenten un cambio hacia unos hábitos de consumo más sostenibles.

El concurso está abierto a participantes de los Estados miembros y de los países asociados de Horizonte 2020 hasta la fecha límite para la presentación de candidaturas, el miércoles 4 de marzo (el plazo se abrió el pasado 20 de enero). Un jurado seleccionará las tres ideas ganadoras en noviembre y cada una de ellas será premiada con 50 000 EUR.

“Los consumidores europeos son cada vez más conscientes del impacto medioambiental de sus hábitos de consumo. Partiendo de la posición de vanguardia que ocupa Europa en la moda mundial, el concurso de innovación social de este año busca innovaciones que modifiquen la forma en que producimos, utilizamos y llevamos la moda, y que fomenten la sostenibilidad de esta industria”, afirma Slawomir Tokarski, director de Política Industrial e Innovación de la Dirección General de Mercado Interior, Industria, Emprendimiento y Pymes de la Comisión Europea.

El evento ha reunido a las principales partes interesadas en los campos de la moda, la sostenibilidad y la innovación social, así como a los posibles candidatos, con el fin de dar a conocer los objetivos del concurso a la hora de mejorar la industria de la moda e inspirar a los asistentes a presentar su candidatura. Valencia fue elegida como lugar del lanzamiento gracias a su creciente economía circular y su compromiso con la sostenibilidad.

El objetivo del Concurso Europeo de Innovación Social 2020 es mejorar el impacto medioambiental y social de la moda. Los ciudadanos de la UE compran anualmente una media de más de 12 kg de ropa, durante cuya producción se emiten 195 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera y se utilizan 46 mil millones de metros cúbicos de agua.

La ropa representa entre el 2 % y el 10 % del impacto medioambiental del consumo total de la UE. A su vez, más del 30 % de las prendas de vestir de los armarios europeos no se han utilizado en al menos un año. Una vez desechadas, más de la mitad de las prendas no se reciclan, sino que terminan mezcladas con los residuos domésticos y posteriormente se envían a incineradoras o vertederos.

Reducir la huella medioambiental global de la moda

Para abordar estas cuestiones, el concurso de este año busca ideas que contribuyan a mejorar la producción, la utilización y el consumo sostenibles de la moda, así como el final de la vida útil de los productos de la moda. Estas ideas deben aspirar a reducir la huella medioambiental global de la moda, mejorar su impacto social y contribuir al cambio de hábitos de forma sostenible, ayudando a desarrollar nuevos productos, servicios, procesos y modelos empresariales innovadores.

Las soluciones presentadas a concurso también deben ser modulables a nivel local, nacional o europeo. El concurso está abierto a toda persona que tenga ideas innovadoras y creativas para que la industria de la moda sea más sostenible, incluidos los innovadores sociales, los emprendedores, los estudiantes, los diseñadores, las empresas y otros agentes, creadores e impulsores del cambio.

El concurso complementará varias medidas que la Comisión ya ha puesto en marcha para abordar el problema de la sostenibilidad en la moda. El paquete sobre la economía circular, adoptado en 2018, exigirá por primera vez a los Estados miembros que velen por que los productos textiles se recojan por separado.

La nueva Directiva sobre los residuos obliga a los Estados miembros a establecer tales sistemas, a más tardar, en 2025. La Directiva relativa a los residuos de envases introduce objetivos para el reciclado del 60 % de todos los envases de aquí a 2025, y del 70 % de aquí a 2030.

El Reglamento Textil de 2011, actualmente en vigor, establece normas para el etiquetado y el marcado de todos los productos textiles, incluida la obligación de indicar la totalidad de la composición en fibras de los productos textiles en todas las fases del procesamiento industrial y la distribución comercial, así como normas sobre las denominaciones de las fibras textiles.

 

 

 

 

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