El consumidor ante la recuperación

El entorno económico ha mejorado desde finales de 2013 y parece que se están creando  expectativas más favorables.

Ahora, la pregunta que se hace el mundo empresarial se centra en el comportamiento del consumidor. ¿Comprará más vestuario? Y sobre todo ¿Cuanto comprará? Vamos a intentar presentar uno de los escenarios probables para los próximos años.

Consumo: los datos básicos

El consumo  está relacionado directamente con los ingresos de las familias y éstos de la evolución del empleo y de los salarios, además de otros factores como pueden ser los impuestos, las ayudas sociales, el valor de los activos de las familias (el llamado efecto riqueza), etc.
En relación al empleo, todas las previsiones apuntan a una mejora de esta variable después de la fuerte destrucción de puestos de trabajo a causa de la crisis (3,6 millones desde 2007). Sin embargo, la mayoría de analistas está de acuerdo que el crecimiento del empleo será lento y moderado, por lo que la tasa de paro se mantendrá  en el 25 % en 2014 y en el 24 % en 2015 y, según el FMI, no bajará del 20 % antes de 2020.
En relación a los ingresos salariales, las previsiones son de estabilidad o de unos incrementos muy bajos, lo que parece plausible dada la situación del mercado del trabajo y el impacto de la última reforma laboral. Los convenios firmados al inicio de 2014 señalan unos aumentos del 0,6 %.
En relación a  los otros ingresos de las familias, como las ayudas sociales, no cabe esperar una aportación destacada debido a la situación de las arcas públicas. Por ejemplo, el porcentaje de parados que no recibe ningún tipo de ayuda es actualmente del 40 %.
En el campo financiero, continuará la reducción del endeudamiento de los hogares, que a final de 2013 se situaba en el 79  % del PIB, mientras que la financiación a las familias será algo más accesible después de una reducción del  5 % en 2013 y un acumulado de  menos 11 % desde 2010.
Por todo ello, se estima que el consumo global de las familias crecerá alrededor del 1 % en 2014 y en la misma proporción en 2015 en términos reales (sin inflación), con lo que se recuperaría solo una parte de la baja acumulada del consumo que fue de un 6 % entre 2010 y 2013.

El ánimo del consumidor

El ciudadano medio ha vivido la crisis con estados de ánimo diferentes. En primer lugar fue la sorpresa de pasar de ser casi millonario a pobre, a lo que hay que añadir la aparición de otros factores a los que antes no se prestaba atención, como la prima de riesgo, la actuación del Banco Central Europeo o de la Reserva Federal Americana, las decisiones de la Unión Europea, etc.
A esta sorpresa  siguió la indignación ante la gestión de la crisis por parte de las autoridades económicas en Bruselas y Madrid, ya que éstas no han sabido trasmitir confianza en sus medidas, que se han visto más como imposiciones que como remedios a la grave situación. De ahí surgieron “los recortes”, las amenazas de “intervención”, “los hombres de negro”, el “no se puede hacer otra cosa”, etc.
Finalmente, el ciudadano se encuentra en la fase de desconfianza  y, lo que  es más negativo, este sentimiento se proyecta al futuro. Esta percepción se refleja en  las encuestas. En la del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de marzo, la situación económica es considerada “mala o muy mala” por el 84,5 % de los entrevistados y la previsión a un año vista indica que un 68,8 % la ve “igual o peor”. Solo el 21,1 % cree que mejorará. La percepción sobre la situación política sigue la misma tónica.

¿Qué podemos esperar en el vestuario?

El comprador español dedica un 5 % de sus gastos a vestuario (vestido+calzado) que es una proporción parecida a la media europea, aunque inferior a la de Italia (7 %), líder al respecto.
La crisis ha afectado a las compras de vestuario en sus diversas facetas:
• La gente sale menos a comprar. Baja el tráfico comercial en los principales ejes. El número de actos de compra al año se reduce.
• Se compran menos artículos y a precios más baratos.
• El precio se ha convertido en el factor más motivador de la decisión de compra. Ello explica el auge de las cadenas y otras formas comerciales, como los outlets, y también el hecho que las diferencias entre los periodos normales de temporada y los de rebajas vayan desapareciendo en la práctica.
• En definitiva, el gasto en vestuario se ha reducido. Si en 2007 se gastaban en vestuario (vestido + calzado) casi 800 E por habitante, en el año 2013 hemos gastado 646, un 20 % menos.

¿Qué podemos esperar en los próximos años, de 2014 a 2016?

Como se ha dicho en el apartado anterior, la recuperación del consumo en general será lenta y  modesta, por lo cual, lo que podemos esperar respecto al vestuario es una mejora limitada  aunque en un entorno muy volátil: la gente irá más a comprar y comprará algunas unidades más, si bien los precios no variarán, manteniéndose en niveles muy bajos teniendo en cuenta la importante oferta existente. Al respecto, el IPC de vestuario cerró en diciembre de 2013 con un aumento nulo.
Como factor positivo debemos señalar que la moda es de los primeros sectores en notar los cambios de coyuntura, tanto en sentido positivo como en negativo. Por otra parte, el producto de moda se compra por ilusión o impulso, y si mejora el ánimo del consumidor, éste volverá a comprar.
Esperémoslo.
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