Parece… da la impresión… aparenta… simula… se cree… que las aguas vuelven a sus cauces.
La situación sanitaria, las estadísticas de contagiados, la de fallecidos, la mejora del número de personas empleadas, el mayor volumen de facturación de bastantes empresas, el retorno significativo al trabajo presencial, las nuevas celebraciones de eventos, ferias y congresos, desconvocados en estos últimos 24 meses, y un etcétera bastante poderoso, nos dan la impresión de que el último trimestre de este año y el próximo 2022 serán menos agresivos, más amables, con personas, familias, empresas.
¿Se puede volver a idénticas situaciones del 2019? Imposible.
Se han roto demasiadas inercias. Se han creado nuevas rutinas. En algunos se ha manifestado excesiva apatía, cansancio, tristeza.
Nunca en la historia se ha repetido anécdota, situación, problema, calcado de épocas anteriores. Quizás si se puedan haber producido analogías, parecidos, detalles en común… Pero exactamente lo mismo, nunca.
Si el ser humano es diferente cada 24 horas -se pierden 10 mil neuronas, cada día y se producen 1.400 nuevas- lo que significa que cada 24 horas somos ligeramente, muy ligeramente diferentes, ¿entonces pues cómo se van a repetir idénticas y pasadas situaciones sociales, económicas que afecten a este mamífero llamado ser humano en el presente? Nunca.
Si alguien cree que en el 22 podemos volver, aunque sea ligeramente, al 19, que me perdone, pero es un ingenuo.
Se acaban de celebrar varios eventos. Algunos de pretérita importancia, que afectan a nuestro sector. A nivel doméstico, Momad, la feria de Madrid. A nivel internacional, Première Vision, en Paris.
Ninguno de los dos certámenes ha conseguido niveles de expositores, visitantes, negocio, etc., como en ediciones anteriores. Absolutamente normal.
Lo que nos viene encima se llama incertidumbre. Tomar decisiones en corto. Estar muy vigilantes con Nuevas tecnologías. Nuevos desarrollos. Nuevos competidores. Nuevos agentes técnicos, económicos. Habrá que escuchar al mercado como nunca. Liberarse de esclavitudes ancestrales.
No tener ningún tipo de miedo a cambios. Estar mentalmente dispuestos a la transición, a la metamorfosis.
La naturaleza nos enseña que se puede pasar de gusano a mariposa sin perder vida ni hacienda.
El nuevo siglo empieza ahora. Que el golpe de batán nos una mejor a tramas y urdimbres.
Este artículo se publicó originalmente en la revista Noticiero Textil correspondiente al mes de octubre. Puedes acceder a la edición completa clicando sobre la imagen.