Acaban de dejarnos. Con pocos días de diferencia, dos inmensos creadores que han cerrado definitivamente su atelier.
Les separaban muchas más cosas que dieciséis años de edad. Nino el “clásico” ante el extravagante Manfred Thierry Mugler. Dos concepciones de vida y de trabajo, de ideas, de resultados. Nino desprendía efluvios de lana. Cerruti, en cierta forma, siempre estuvo anclado en sus orígenes familiares. Su abuelo había fundado en 1881 Lanificio Fratelli Cerruti. Y ello le marcó.
Thierry convirtió su vida en un show, visionario, fotógrafo, creador de perfumes, diseñador de moda, bailarín incansable, transgresor irreverente. Toda esta carga social y cultural la vertió en sus desfiles. Su amor al teatro y al espectáculo lo plasmó, lo sublimó en sus diseños y en sus espectáculos.
Varias de sus sentencias han tenido fortuna. El entorno mediático recuerda sus famosas frases: “la mayor elegancia es la verdad” o “la moda no es suficiente” y también “en mí, la provocación es natural”. Todas ellas enmarcan y definen su obra, extravagante unas veces, criticada otras, pero siempre diferente.
En las antípodas, con atmosfera Biella, su localidad de nacimiento, el descubridor de Armani, el bello Nino. Su obra siempre correcta, siempre sobria, siempre elegante.
No vistió a Cary Grant, el actor más elegante de la historia del cine, pero si a Michael Douglas, Robert Redford, Al Pacino…
Fue su amor al séptimo arte, la única concesión a una cierta frivolidad. En la disrupción se revolcó alegremente Thierry y en la contención Nino.
Nos han dejado físicamente. Pero su trabajo y sus aportaciones perduran. “Siempre tendremos necesidad de ropas extraordinarias de una poesía excepcional” nos dijo Thierry. Pero también lo hubiera firmado Nino.
Este artículo de opinión se publicó originalmente en la revista Noticiero Textil correspondiente al mes de febrero 2022. Puedes acceder a la edición completa clicando sobre la imagen.