Pymes exportadoras: de la necesidad a la virtud

Las cifras de las exportaciones españolas del sector textil/confección son claramente favorables en los últimos años. En 2014 se ha alcanzado un nuevo récord al llegar a los 13.000 millones, con un aumento del 60% en el último quinquenio, y se podrían superar los 14.000 en el año en curso.

El balance por número de empresas exportadoras es también positivo, con un aumento de casi el 30% en el quinquenio, alcanzando las 14.000. Sin embargo, esta cifra debe analizarse más a fondo para conocer la estructura real de la exportación del sector. De las 14.000 reseñadas sólo un 30% son exportadoras regulares. Este breve análisis nos indica el carácter dual de la exportación textil/confección, con un grupo muy numeroso de exportadores ocasionales y de volumen muy reducido. Este grupo convive con una elite de empresas que tiene un elevado peso en las ventas exteriores, en concreto los cien primeros exportadores representan casi el 80% del total exportado.
Esta dualidad es muy parecida a la de otros sectores económicos, lo que tampoco debería extrañar si tenemos en cuenta la  estructura empresarial española basada en las PYMES.
La conclusión es lógica: nos falta una mayor base exportadora, más empresas que vendan al exterior de manera regular. Naturalmente esta base debe crearse a partir de las PYMES existentes, ya que las empresas grandes ya son verdaderas multinacionales con un peso elevado en la exportación sectorial y que siguen sus propias estrategias.
En este punto aparece de nuevo el tema de la dimensión excesivamente reducida de nuestras empresas como factor negativo a la hora de exportar. En muchos casos, la dimensión no es un freno si se tiene capacidad innovadora, un buen diseño o un servicio eficaz pero si que hay problemas en cuanto a otros factores.
Es evidente que muchas PYMES tienen carencias en lograr los medios financieros y humanos necesarios para su acción exterior. En el campo financiero, no se trata tanto de los fondos a gastar/invertir en la acción exterior, sino en que ésta necesita un cierto período de maduración en el que es forzosamente deficitaria; luego, si las cosas salen bien, comienzan a notarse los beneficios.
El déficit humano también es un tema a resolver en toda empresa que quiera actuar en el exterior. Una de las secuelas de la crisis ha sido que las plantillas se han comprimido de manera intensa y con salarios congelados o a la baja. Una empresa que quiera expandirse necesitará potenciar su capital humano, tanto en cantidad como en calidad, reteniendo el talento propio o buscando nuevas incorporaciones.
Dentro de este grupo tan heterogéneo de las PYMES hay que hacer algunas distinciones. Hay empresas que captaron perfectamente los cambios del marco económico que las obligaban a internacionalizarse: La entrada en la CEE, el despegue exterior después de la crisis de 1993, la adopción del €, la rápida globalización del textil, la liberalización mundial de los intercambios en 2005 y, finalmente, la crisis 2007-2014 son hitos destacados que influyeron en el entorno sectorial. Muchas empresas los aprovecharon para iniciar sus actividades exteriores y ahora cuentan con una presencia consolidada y una organización suficiente para actuar internacionalmente.
Sin embargo, existen numerosas empresas pequeñas que han empezado este periplo y todavía no tienen una presencia exterior importante y estable. La dureza de la crisis, además de provocar una elevad mortalidad, ha frenado las actividades internacionales de muchas empresas más preocupadas por mantenerse en el mercado a pesar de las condiciones adversas del entorno, entre las que destacaríamos los problemas de financiación.
Las vías para ampliar la base exportadora son variadas, dejando aparte las destinadas a mejorar la competitividad empresarial en general, las centraríamos en:
  • Apoyo a las empresas en las fases de información, prospección y definición estratégica de sus actividades exteriores.
  • Mejora de la formación del personal a todos los niveles, empezando por el gerencial.
  • Potenciar la cooperación entre empresas como mecanismo para superar las dificultades y reducir costes para entrar en nuevos mercados o mejorar la presencia actual en otros.
  • Revisar las acciones de promoción exterior de las distintas administraciones con vistas a mejorar su incidencia en el colectivo de PYMES y de nuevos exportadores.
Naturalmente, estas medidas ya están inventadas y se aplican, pero el momento actual puede ser muy oportuno para redefinirlas y potenciarlas. Las perspectivas empresariales han mejorado, las condiciones competitivas del sector han avanzado notablemente,  nuestro mercado, Europa, parece que va recuperándose, la revalorización del dólar es un apoyo para salir fuera del área del Euro y las distintas administraciones están menos limitadas en sus presupuestos. Todos estos factores pueden apoyar las decisiones de muchas empresas que ya han dado el paso adelante para conquistar los mercados exteriores.
Esperemos que esta nueva etapa se acelere en los próximos años y podamos acercarnos a otros líderes europeos que han demostrado que el mundo del textil no está sólo centrado en el continente asiático y que tenemos factores competitivos potentes para luchar en un mercado globalizado.
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