En primer lugar, una causa fundamental del estado de insolvencia de las empresas españolas del sector textil es la deslocalización de la competencia y la incidencia que esto ha tenido en la estructura de costes de producción. Otro motivo ha sido la caída en la facturación provocada por la crisis económica generalizada. Pese a la reciente recuperación, estas compañías no han recuperado todavía el volumen de facturación anterior a la recesión.
Precisamente cuando la generación de tesorería resulta insuficiente para cubrir la totalidad de los gastos o atender los compromisos financieros adquiridos, deviene la situación de insolvencia que obliga a solicitar la declaración en concurso de acreedores de la compañía.
Ahora bien, superar con éxito un proceso concursal dependerá, en gran medida, del acierto en el diagnóstico de la situación. Es esencial identificar claramente si nos encontramos ante un negocio viable o si, por el contrario, se trata de una actividad no viable. Todo dependerá de si, en la cuenta de resultados, los ingresos por facturación son capaces de cubrir todos los gastos operativos o si, por el contrario, es imposible cubrir el endeudamiento financiero con el resultado positivo del negocio.
La práctica profesional aconseja dos vías de actuación antes de acometer un proceso concursal: llevar a cabo una negociación para refinanciar o reestructurar la deuda financiera de forma viable según la capacidad real de pago de la compañía deudora, o bien buscar a un inversor que pueda adquirir la unidad productiva viable en el marco del proceso concursal. En este caso, el comprador quedaría liberado del endeudamiento financiero de la empresa vendedora.
La experiencia demuestra que las refinanciaciones bancarias resultan, en general, muy gravosas para la compañía endeudada. Por eso es habitual que las empresas acudan al proceso concursal tras una refinanciación fallida.
En cambio, transmitir la unidad productiva a un tercero en el marco del concurso de acreedores puede determinar la superación de la crisis empresarial. En este sentido, es un factor decisivo el interés de los inversores en compañías de moda especializadas, en sus marcas y posicionamiento, o en sus contratos de franquicia, entre otros activos.
Únicamente cuando el diagnóstico de situación evidencia la inviabilidad del negocio, el proceso concursal debe encaminarse al cese de actividad y liquidación ordenada de la compañía, con la posibilidad de vender sus activos de forma aislada (marcas, existencias, mobiliario, etc.). En ocasiones, una liquidación parcial concursal puede llevar al rescate de una parcela de actividad de la compañía en crisis, al advertir que esa unidad resulta viable una vez desgajada del resto. Esta posibilidad tendrá que ponerse de manifiesto en el informe diagnóstico previo al inicio del proceso concursal, a fin de encaminar correctamente las actuaciones que se lleven a cabo para la recuperación de la actividad empresarial.
Algunos casos bien conocidos en el sector, como la compañía Kling, en España, o Stefanel, en Italia, son buen ejemplo del interés de los inversores en el rescate de empresas textiles y de moda en concurso de acreedores cuando éstas presentan un potencial atractivo y cuentan con el mecanismo legal concursal que permite la drástica reducción de su endeudamiento en garantía de su viabilidad empresarial.