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El sector se ha puesto al servicio de las necesidades de la sociedad a raíz de la declaración del estado de alerta frente al COVID-19. Ya son muchas las empresas que han reconvertido su actividad habitual a las nuevas necesidades. Entre los muchos ejemplos, aquí les mostramos dos procedentes de la Comunidad Valenciana.

La firma valenciana THE-ARE ha querido aportar su granito de arena fabricando mascarillas en su taller de Manises (Valencia), donde habitualmente confecciona ropa para chicas jóvenes. Ha parado la producción de su colección para eventos y se ha puesto a fabricar mascarillas que irán destinadas a todo el personal sanitario del territorio nacional que trata a pacientes contagiados por el coronavirus.

Desde taller, cortando las mascarillas en THE-ARE

“A primera hora de la mañana se pusieron en contacto con nosotros. Les dijimos que sí al momento”, explica Rocío Botella, la diseñadora de THE-ARE. Y añade: “En estos momentos todo suma, cualquier cosa que podamos hacer puede ser de gran ayuda para superar esta crisis. Unidos lo conseguiremos”. En cuanto recibió la llamada, Botella seleccionó un tejido adecuado para las mascarillas, en este caso una pieza 100% algodón que tenía preparada para confeccionar unas camisas de la colección de verano de THE-ARE.

A las dos del mediodía, en el taller ya habían marcado 530 unidades, que hoy se coserán y estarán listas para distribuir. “Hemos cortado el tejido en cuadrados de 21×21 centímetros y les hemos cosido dos cintas. Para los médicos, y el personal sanitario en general, es más cómodo llevar las mascarillas atadas que las que llevan gomas elásticas”, apunta Rocío Botella. La primera remesa de mascarillas saldrá entre hoy y mañana hacia los hospitales donde más se necesiten. En cuanto terminen esta primera producción, producirán más.

Es evidente que esta crisis ha provocado ya -y provocará- unas consecuencias económicas desastrosas en empresas como THE-ARE. Aún así, desde la joven firma valenciana aseguran que tienen la fuerza suficiente para luchar contra las circunstancias y hacer todo lo que esté en sus manos para volver a operar con normalidad lo más pronto posible.

Solidaridad entre costuras

Por otra parte, mujeres de Alicante que habitualmente se dedican a fabricar calzado, cosen desde sus casas mascarillas quirúrgicas, en plena emergencia sanitaria y de forma totalmente altruista

En colaboración con el Centro Tecnológico del Calzado (INESCOP), un grupo de mujeres alicantinas fabrica mascarillas quirúrgicas que escasean en los centros sanitarios. CCOO agradece su entrega y solidaridad en momentos especialmente difíciles.

mascarillas confeccionadas por THE-ARE

“Está demostrado que, quien necesita más ayuda, es quien da más en momentos de dificultades”. Carmen Expósito, responsable del sector de la moda en CCOO de Industria, explica con estas palabras el acto altruista que están protagonizado esta semana las mujeres que, en las localidades alicantinas de Elche, Elda y Villena, han decidido participar en una acción solidaria promovida por INESCOP, el centro de innovación y tecnología que les facilita y corta el tejido.

Sin cobrar nada por ello, cosen a diario desde sus domicilios cientos de mascarillas quirúrgicas que, tras ser revisadas, se enviarán a los hospitales donde ya son un material escaso. Expósito relata que estas mujeres, conocidas como aparadoras en el sector del calzado, “siempre han sido invisibles”. Desde hace décadas, y tras las huelgas de la década de los setenta, forman parte de la economía sumergida. En una tupida red de subcontratación, cosen las piezas de los zapatos en sus domicilios o en pequeños talleres, a cambio de muy poco salario, sin contrato y sin derechos laborales.

mujeres de Alicante que habitualmente se dedican a fabricar calzado, cosen desde sus casas mascarillas quirúrgicas

Precisamente en este momento CCOO de Industria está preparando una campaña para acabar con una precariedad extrema y a todas luces injusta. Las aparadoras exigen desde hace tiempo que, llegado el momento de su jubilación, puedan cobrar la pensión que se merecen, tras cuarenta años de actividad pegadas a una máquina de coser. El sindicato intentará que se les aplique el convenio colectivo del calzado, el único que todavía regula el trabajo a domicilio. Estas mujeres deben tener su contrato de trabajo y cobrar las cantidades que establece el convenio sectorial.

“Esta situación se tiene que acabar”, recuerda la responsable del sector de la moda en CCOO de Industria. “Trabajar de esta manera convierte a las aparadoras en trabajadoras de segunda clase”, añade. “No tienen Seguridad Social, ni prestación por desempleo. Mientras les llegan los derechos, y ahora que las fábricas del calzado han cerrado por miedo al contagio, este grupo de mujeres ha decidido que el sonido de las máquinas de coser se siga escuchando por las calles de sus localidades. Temporalmente no fabricarán calzado. Durante unas semanas elaborarán mascarillas tejidas con el hilo de la solidaridad”, concluye.

 

 

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