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Si la sostenibilidad comienza a ser un término manido y muchas veces mancillado, hay historias, como la que se esconde detrás de Ananas Anam, que no lo son en absoluto.

Un viaje que se inicia en Filipinas y que discurre absolutamente por todo nuestro planeta y que hace que ese término tan sobreutilizado vuelve a recuperar todo su sentido. Nuestros entrevistados, Carmen Hijosa y Josep M. Taylor, nos acompañan en un recorrido realmente apasionante para saber todo sobre un proyecto social y sostenible para la obtención de hilados y tejidos a partir de las hojas de la piña.

¿De qué forma se le ocurrió la idea de generar hilados y tejidos a partir de los residuos de las hojas de la piña?

Carmen Hijosa: Yo dejé España cuando tenía 19 años y empecé en mi primera empresa porque siempre fui emprendedora y dedicada al desarrollo de productos de cuero. Tenía una empresa de este material en Irlanda, país en el que he residido buena parte de mi vida, y vendía en lugares tan destacados como Harrods, y por este motivo me pidieron que fuera consultora del Banco Mundial y de la Comunidad Europea.

A raíz de ello, comencé a trabajar en diferentes partes del mundo como diseñadora usando cuero y haciendo accesorios de moda de alta calidad. Estoy hablando de los años 90, una década en la que el término sostenibilidad aun no estaba muy desarrollado. Pero trabajando en lugares como en el altiplano de Bolivia, donde la necesidad de la gente era muy evidente, me di cuenta de lo importante que era que mis conocimientos se pusieran al servicio de las personas, ver qué impacto podían tener no solo en ellas sino también en el medio ambiente.

Otro de los lugares en los que también estuve desarrollando mi labor fue en Filipinas. Y advertía en mi labor lo poco sostenible que es el cuero, ya que es muy tóxico y utiliza mucha energía en sus procesos. Entonces, como consultora, les dije al Centro de diseño de ese país: tienen que mirar lo que ustedes tienen alrededor. O sea, qué es lo que yo podía usar en el país en el que me encontraba.

Tenía un equipo que me ayudaba, y empezamos a investigar sobre las tradiciones del país, y observamos que existía una con un arraigo muy fuerte que consistía en el uso de fibras naturales, una labor manual muy consolidada. Y caí en la cuenta de pensar por qué no recurría a ellas en vez de utilizar el cuero. de esta forma comencé a utilizar fibras naturales, primero en el ámbito textil, aunque lo que yo realmente quería era una alternativa al cuero. Y, en este sentido, advertí que las fibras de las hojas de la piña son suaves pero fuertes, y también muy flexibles. Y entonces me di cuenta de que se podía llevar a cabo un tejido no tejido. De esta forma, empecé a aunar la parte social y la ecológica en mi trabajo. Y ya han pasado doce años desde el inicio de este proceso.

Supongo que, al principio, no debió ser fácil explicar esta idea, ya que no debería haber nadie haciendo nada parecido…

Carmen: Fue realmente complicado. Primero contacté con la industria del cuero para explicarles esta novedad. Pero fue muy mal recibida, y solo tuve apoyo por parte de la European Patent Office (EPO), donde fui finalista. Por suerte el tiempo nos ha dado la razón y hoy nuestro producto constituye una alternativa real al cuero.

Por tanto, también sería difícil conseguir clientes…

Carmen: De hecho, cuando tienes una idea lo primero que tienes que hacer es buscar colaboradores para poder desarrollarla. Con este objetivo me trasladé a Londres para realizar un doctorado en el Royal College y llevar a cabo la investigación. Y en este proceso entré en contacto con Javier Peña, de Elisava, que fue el que me recomendó ir a ver a la empresa Bonditex, con la que aún estamos colaborando, y que me ayudaron para finalizar a través de resinas y pigmentos nuestro tejido no-tejido desarrollado en las Filipinas.

Asimismo, cuando acabé el doctorado en 2015, hice una exposición que mostraba desde la fibra hasta el producto final. Varias firmas llevaron a cabo prototipos y, yo misma como diseñadora también los hice, incluido el ámbito de interiores.

Me parece bastante increíble porque todo lo que estamos llevando a cabo ahora ya estaba presente en esa exposición.

Josep M. Taylor, director general Ananas Anam España
Fotografía Ananas Anam

En España la base de operaciones está en Canet de Mar, en Barcelona. ¿Cómo ha sido el proceso?

Josep M. Taylor: La distribución del producto acabado a nivel mundial se hace desde España. La nave en la que trabajamos en Canet de Mar (Barcelona) formaba parte de los antiguos almacenes de Pulligan. Empezamos a trabajar en septiembre de 2021, y la primera máquina grande entró en julio de 2022. Por tanto, operativamente solo llevamos unos meses. Aquí lo que estamos llevando a cabo es la parte del procesado de la fibra. El tejido no tejido nos sigue llegando de la planta que tenemos en Filipinas. Por tanto, la planta española está sobre todo centrada en la innovación.

¿Y la durabilidad del producto con respecto al cuero?

Josep: No nos gusta que nos comparen con el cuero, ya que nuestros productos son de origen vegetal a partir de un residuo al que estamos dando una segunda vida. Empezamos con la fibra, saltamos al tejido no tejido de hojas de piña y de ahí al hilo. En todo caso quiero dejar claro que la gente tiene que saber lo que está comprando: no es un sustituto del cuero, sino una alternativa. Por tanto, nosotros no competimos con la industria del cuero.

Carmen: Hemos llevado a cabo todas las pruebas de durabilidad. El Piñatex original que hemos desarrollado tiene una vida de cinco años, lo que es muy aceptable, aunque es cierto que el cuero puede alcanzar los cien años.

En este punto quiero subrayar que nosotros no hemos inventado la fibra de piña, que en Filipinas se ha usado desde hace cuatrocientos años; los indígenas ya usaban tejidos naturales. Nuestra aportación ha sido darle un uso industrial a un deshecho de la agricultura, como lo demuestra, por ejemplo, que tenemos a 560 personas trabajando en el sur de Filipinas y una cadena de suministro muy transparente, ya que conocemos a todo el mundo.

Josep: Efectivamente llevamos a cabo una trazabilidad muy estrecha, ya que partimos de la base de lo que nos suministran los campesinos y las cooperativas que hemos desarrollado con ellos. Por tanto, a partir de este residuo hemos creado un impacto social porque pueden trabajar todo el año al haberles dotado de la maquinaria necesaria; de esta forma, los niños pueden ir al colegio porque sus padres ya generan el suficiente ingreso económico. Es un negocio, pero también nos permite ayudar a la gente.

Hemos hablado de consumidor final y también de marcas. ¿Cuál es el grado de concienciación medioambiental que perciben tanto en un ámbito como en el otro?

Josep: Como bien dice Carmen la sostenibilidad se tiene que empezar a enseñar desde las escuelas. Viendo a nuestros clientes de todo el mundo, advertimos que los países más proclives a este cambio son aquellos en los que el nivel cultural es más alto, lo que es normal porque en los países menos desarrollados económicamente tienen otras prioridades.

Josep M Taylor - Ananas Anam-1
Josep M. Taylor, director general Ananas Anam España
Fotografía Ananas Anam

“No nos gusta que nos comparen con el cuero, ya que nuestros productos son de origen vegetal a partir de un residuo al que estamos dando una segunda vida”

Carmen: Además, hay que tener en cuenta que disponemos de legislaciones cada vez más fuertes, sobre todo en Europa, lo que está presionando cada vez más a las grandes marcas, que necesitan ser más sostenibles y transparentes, y comunicarlo. Por tanto, cada vez más demandan productos como el nuestro. Estamos en un buen momento y nosotros estamos muy bien posicionados.

¿Se está educando realmente al consumidor a que no se puede producir a costa de los recursos?

Carmen: Hay que cambiar la mentalidad, lo que es especialmente complicado entre la gente joven, que se han acostumbrado al lema de usar y tirar. Porque no hay que olvidar que la base de la sostenibilidad es comprar productos de mejor calidad, cuidarlos, arreglarlos y que duren.

Y hay que recordar que como consumidores tenemos un gran poder al decir qué compramos y qué no, porque nuestras decisiones siempre tienen unas consecuencias.

Carmen Hijosa
Carmen Hijosa fundadora de Ananas Anam Fotografía Ananas Anam

“España es un país que a nivel industrial es maravilloso, porque en un radio de unos cincuenta kilómetros podemos solucionar todas nuestras necesidades”

¿Cómo ven a España en este ámbito de la conciencia medioambiental?

Carmen: España es un país que a nivel industrial es maravilloso, porque en un radio de unos cincuenta kilómetros podemos solucionar todas nuestras necesidades. De hecho, por eso me vine aquí. Pero respondiendo a su pregunta, y aunque llevo poco tiempo, no veo a los consumidores tan responsables como en el Norte de Europa, donde he pasado buena parte de mi vida. En el Sur del continente creo que no existe un sentido de comunidad tan marcado. Veo un individualismo un tanto egoísta que habría que cambiar, especialmente entre la gente joven.

Josep: Volviendo al tema de la industria, y aunque desgraciadamente ha desaparecido en buena medida, los que quedan se están dando cuenta de que hay que dar un paso adelante. Nosotros tenemos grandes colaboradores que están poniendo mucho de su parte en el ámbito de la investigación, porque se dan cuenta de que es el futuro.

En nuestro caso no somos fast-fashion, tenemos fibras que nos llegan de Filipinas, de Bangladesh, de Sudamérica, y cada uno de estos proveedores tiene su propia mentalidad. Las máquinas las hemos tenido que adaptar porque no existían. De hecho, obtuvimos una subvención que no hemos podido hacer efectiva porque estaba destinada a maquinaria nueva y esa maquinaria no existía. Por tanto, se trata de una ayuda otorgada que no podemos utilizar. Me gustaría subrayar que los organismos públicos han de entender que no se trata tan solo de comprar maquinaria nueva.

Por tanto, las Administraciones les están apoyando…

Josep: Hemos tenido ayudas en lo que concierne a créditos blandos tanto por parte de la Generalitat de Catalunya como del Estado. Aunque para mí una ayuda la entiendo sin ánimo de retorno, lo que es difícil incluso a nivel de Ayuntamiento, porque la burocracia es siempre un impedimento: hay buena voluntad, pero al establishment le cuesta cambiar.

Y eso que reindustrialización es una de las palabras más usadas en los últimos años…

Josep: Y nosotros lo estamos haciendo. Hemos creado 15 puestos de trabajo con personas de entre 23 y 58 años, ya que para nosotros ni el parámetro de la edad ni ningún otro es importante; de hecho, la mayoría no procede del sector textil, porque la realidad es que ya están jubilados, por lo que hemos tenido que formar a nuestros trabajadores, que son de la zona, de entre Mataró y Calella. Sí que nos han ayudado desde las administraciones, pero creo que en otros sitios la repercusión hubiese sido mayor. Con todo estamos aquí porque queremos estar aquí y nuestros socios también se encuentran aquí.

Por tanto, Cataluña tiene la suerte de tener una empresa como Piñatex en su territorio, porque es una empresa pionera en la reindustrialización mucho más avanzada en términos de sostenibilidad. Tener una fábrica, tener trabajadores, creo que es una gran suerte para el territorio.

¿En cuántos países estáis presentes y cuáles son los más importantes?

Un total de 82 países y los más destacados son Estados Unidos, Japón, Corea, Europa del Norte…En el caso de España quiero subrayar que está subiendo.

¿Hay competencia directa en el ámbito en el que trabajan?

Josep: Nosotros hemos sido los inventores de la cadena de suministro. En este sentido, tenemos acuerdos con los principales proveedores de la materia, o sea los principales productores de piña del mundo, con lo cual nos aseguramos el suministro del material en diferentes zonas del mundo. Y el valor de una cadena como la nuestra muy pocas empresas lo tienen. ¿Competencia? Seguro que hay, siempre la hay, pero las capacidades son diferentes.

tejidos piña
Fotografía Ananas Anam

¿Las ferias siguen siendo un buen instrumento para dar a conocer productos innovadores como el vuestro?

Josep: Por mi experiencia creo que son un buen escaparate porque hay mucha gente que aun no entiende nuestro proceso. Pero creo que nuestra labor pedagógica se ha de llevar a cabo en el día a día. Pero, por ejemplo, me encanta cuando acuden los estudiantes a la feria, porque vienen con muchas ganas de aprender. Por eso creo que es importante que estemos presentes en las universidades y en los colegios

Carmen: Yo me acuerdo de que cuando estaba en Londres hice un workshop con niños de 5 a 8 años en una escuela del centro de Londres: llegaron a desarrollar su propia cartera de escuela a partir de nuestro producto. En este sentido, y con el tiempo me gustaría sacar adelante una Fundación.

Si volviésemos a este centro de producción de aquí a un año. ¿Cómo les gustaría que estuviese?

Josep: Desde mi perspectiva habrá dos turnos de trabajo, la plantilla será de 30 personas. Estoy convencido de que seremos una referencia más grande de lo que somos en estos momentos.


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Noticiero Textil febrero 2023

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