Donald Trump y su America First

Este republicano nacido en Nueva York hace 72 años y que según The New York Times durante sus primeros 99 días de mandato pronunció en 91 un reclamo falso diario, es el que ahora ha puesto en marcha, otra, conmoción mundial.

El cocktel, medio empresario/medio político, que representa el mandatario norteamericano resulta más agresivo que el inventado por Ernest Hemingway Death The Afternoon ingerido en ayunas.

Es normal que un Presidente o Jefe de Estado, o quien tenga responsabilidades sobre un colectivo, se preocupe del mismo.

Por ello que D. Donald se ocupe de los norteamericanos no debe ser algo sorpresivo.
Pero ello no debería entrar en conflicto con otros intereses.

El comercio internacional es de una complejidad de tal magnitud que debe de ser operado por finos neurocirujanos.

En estos temas, no valen los trazos gruesos. De lo contario, en muchos casos, se destroza, se estropea más que se construye.

En las últimas semanas este señor (que durante muchos años de vida laboral se dedicó a construir, da la impresión que muchas de sus obras podrían padecer aluminosis y sus recetas, ahora, como mandatario del segundo país más importante de la tierra, suenan a guerra comercial) ha vertido toda una serie de comentarios, sugerencias, ¿quizás bravatas? que auguran negros nubarrones.

¿Serán fake news? ¿Estarán solo pensadas para su “mercado” interior?

Un conflicto a nivel mundial, económico/comercial, no interesa a nadie. Y menos a los USA. Aunque su mercado interior sea muy fuerte y muchas empresas norteamericanas, casi desprecien, la exportación.

Sin acabar de cicatrizar las heridas de la última gran depresión, (¿¡Ah, pero es que ha terminado!?) tocar, mover, aumentar aranceles y alterar acuerdos comerciales sin consensos previos resulta, al menos, inquietante.

Queridos, admirados, rubios, guapos norteamericanos, ¿para cuándo un nuevo impeachment? Por favor, no tardéis.

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